Tras vencer a Cartago, Roma fue la nación más poderosa del mundo. Este poder tuvo uno de sus fundamentos en el ejército. Los romanos aprendieron las tácticas y formaciones de los griegos, pero pronto apreciaron los inconvenientes de la falange griega. Ésta era extremadamente rígida y difícil de maniobrar. Así, los estrategas romanos organizaron el orden de batalla en legiones, divididas en cohortes, manípulos y centurias. Las legiones evolucionaban con facilidad durante el combate, reforzando los puntos necesarios. De esta forma, Roma pudo soportar el empuje de los pueblos bárbaros durante siglos. Pero el ejército también fue una eficaz herramienta en la colonización y difusión de la cultura romana y bajo la dirección de sus ingenieros militares se construyeron acueductos, puentes, calzadas, caminos, y hasta ciudades enteras.