La península ibérica fue el escenario de sangrientas batallas entre las dos potencias del siglo III a. J.C: Cartago y Roma. Aníbal partió de la península a la conquista de Roma. Tuvo que cruzar el Ebro, los Pirineos, el Sur de la Galia y finalmente los Alpes. Aníbal inició su campaña con más de 100.000 hombres, un tercio de ellos hispanos. Le acompañaban 37 elefantes acorazados, que causaban espanto en el enemigo. Tras varias victorias, Aníbal fue definitivamente vencido por los romanos. En la expedición de Aníbal, las tropas hispanas destacaron por su coraje y sus enemigos romanos alabaron sus hazañas. Los soldados iberos se organizaban en tribus y fueron muy estimados como infantería ligera y como jinetes.